La libertad es la capacidad de ser protagonista de mi vida, es decir, de decidir quién quiero ser yo y cómo quiero que sea el mundo que me rodea. Una rosa, un caballo, un pájaro no deben tomar ninguna decisión para llegar a ser lo que son: simplemente existen.
¿Todas las decisiones son igualmente libres? No. Igual que aprender unos problemas de matemáticas equivocados no me hace más inteligente, elegir el mal, no me hace más libre. Se trata de elegir siempre lo que haga de nosotros ser mejores: elegir lo mejor es siempre elegir el bien.
La libertad me da la capacidad de tomar decisiones que me trasforman en un tipo de persona o en otra. Cada uno de mis actos me convierte en “alegre”, “trabajador”, “perezoso”, “sincero”, etc. Cuando esas decisiones se repiten están formando mi personalidad. Es lo que se llaman VIRTUDES (si son acciones que me hacen mejor persona) o vicios (si me hacen peor persona). Yo soy responsable de mí mismo. ¿Pero qué pasa con las cosas que me suceden y yo no las he decidido? Tengo la libertad de decidir qué actitud tomar en esas situaciones. Enfadarme o no; devolver el mal, aceptar un fracaso y recomenzar, etc.
Los “enemigos de la libertad” son la ignorancia, la presión del ambiente, el miedo a quedarse solo o ser rechazado, las dependencias. La libertad nos hace:
Rebeldes: que significa no conformarse cuando lo que nos rodea no funciona bien (no ser de las personas que dicen: “esto es lo que hay”; “otros se portan peor"; “todos lo hacen”; “yo no puedo cambiar nada”, “no hay que exagerar”).
Protagonistas: yo no soy un mero espectador de lo que sucede. Mis decisiones pueden cambiar y mejorar tanto lo que me rodea como a las personas que tengo cerca. Cuando hago algo, soy siempre responsable de mis acciones: eso significa ser dueño de uno mismo, es decir, libre.
¿Para qué sirve la libertad? Para poder realizar proyectos. Y no hay proyecto más importante que mi propia vida. Y mi vida sólo tiene sentido si la lleno de amor. Todos deseamos amar y ser amados. La libertad tiene ese sentido: el amor. Y el amor sólo se vive cuando uno se compromete con algo o alguien. Las personas más libres son aquellas que encuentran algo lo suficientemente “valioso” para invertir su libertad en ello.
¿Cómo entrenar la libertad? Desarrollando el compromiso y haciéndote responsable de algo.
Identifica las necesidades que puedan tener las personas de tu alrededor: ¿puedes plantearte ayudar en alguna? Dedica un tiempo a la semana a alguna actividad que sea sólo para ayudar a los demás y que no te reporte nada a cambio.
Elige una virtud que sea tu preferida y haz un plan de entrenamiento para que la adquieras completamente. Comprobarás que eres capaz de transformarte a ti mismo.